domingo, 22 de marzo de 2015

UN CLÁSICO DIFERENTE EN MI BARRIO


Eran las 2:30 de la tarde y las calles del barrio en el que habito se escuchaba la soledad, unos en sus casas otros en establecimientos cercanos, muchos vestidos con la camisa del onceno merengue y yo frente a mi televisor en compañía de un amigo dispuesto a disfrutar de uno de los partidos más esperados del año.

Con la retina fija en la pantalla y esperando disfrutar del espectáculo observamos el majestuoso recibimiento de los catalanes a su equipo. El reloj marcaba las tres de la tarde y en el Camp Nou a más de 8.500 kilómetros del ‘palco’ armado en mi hogar se dió inicio al compromiso.

Tan sólo transcurría 12 minutos de juego cuando un balón estrellado en el travesaño por Cristiano Ronaldo motivaron los suspiros de los cientos de seguidores que por mi casa apoyaban a los merengues, lamentos producidos por los nuevos fanáticos ganados después de la llegada a comienzos de esta temporada del colombiano James Rodríguez a la ‘Casa Blanca’.

Mientras el Madrid dominaba el partido, mi vecino, uno de los pocos que hacíamos fuerza por el Barcelona se comía las uñas, menú que terminó cuando Matthieu a los 19 minutos abría el marcador a favor de los locales que poca hinchada tienen por mi casa.

Las cargas en dominio de balón comenzaron a equipararse, tanto así que hasta Neymar rompió la dieta, el brasilero solo bajo los tres palos se ‘Comió’ lo que pudo haber sido el 2- 0. Minutos más tarde Real Madrid mostró sus armas y en una excelente combinación entre Benzemá y Cristiano Ronaldo anotaba la igualdad, gol que se cantó a altos decibeles en cada uno de los rincones del barrio, tal vez de la misma manera como se escuchaban las anotaciones de Colombia en el mundial de Brasil.

Con el partido igualado se fueron al descanso, 15 minutos en los que mi compañero de palco  aprovechó para un poco de estiramiento y tomar el refrigerio preparado por mi mujer.

Comenzó el segundo tiempo y en compañía de un buen licor los ánimos comenzaron a calentarse, en la cancha Casillas y Bravo salvaban en varias ocasiones sus porterías mientras yo evitaba que me dejaran sin empanadas. Llegó el minuto 56 y el gol de Suárez ponía la balanza a favor de los locales, en el barrio hubo un silencio tal vez el mismo que sintieron en la cancha los madrileños; los minutos transcurrían y a su mejor estilo Barça hizo posesión del balón.


Así terminó el juego un dos uno que dejó a los dirigidos por Luis Enrique más líderes que nunca y a nosotros con el gusto de haber disfrutado otro capítulo más de súper clásico mundial.

Adolfo Cortés Córdoba
Redacción Las Pelotas
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